jueves, 6 de diciembre de 2012

Navidades de ayer

         Hace tiempo que no andaba por aquí,  diversas ocupaciones no han permitido que volviera a escribir, pero quiero compartir con ustedes en esta oportunidad mi primera publicación en una revista, "Esencia" la cual es creación y esta dirigida por la Lic. Maria Alejandra Pasarella. Para todo aquel que es oriundo de Ciudad Bolívar quizás esta lectura le hará despertar en él, recuerdos bonitos e interesantes, para aquellos que no tienen relación con la ciudad, puede que también se sientan identificados, pues estoy seguro que en cada rincón de nuestro país se han perdido cosas maravillosas para esta época, recuerden es "decembrina" no "de cembrina" como algunos escribieron por ahí.  


       “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde” reza el viejo adagio popular, siempre los refranes con esa carga de reflexión y enseñanza nos dicen mucho con tan poco, opino que debería dictarse alguna cátedra en la escuela para educar de forma coloquial y sencilla a los estudiantes, creo que sería una buena manera de enseñar esos valores perdidos en nuestra sociedad, hago este comentario inicial para hablar un poquito de cosas que hemos perdido en Ciudad Bolívar, alguna vez escuché decir (no recuerdo a quien) “cuando queremos darle realce cultural o ese toque nostálgico la llamamos Angostura”, es como el vestido de gala que usó Cenicienta para el baile donde conoció al príncipe, pero bien sabemos todos, que generalmente viste con harapos y friega pisos, triste, pero cierto.

Estar lejos de casa siempre te hace pensar en las cosas que dejaste cuando emprendiste viaje a otro lugar o fuiste hacer nueva vida, pero tantas cosas bonitas teníamos en la ciudad que algunos no han necesitado irse para extrañarlas, usted que me lee dirá si estoy equivocado o no, pero que sabroso era la época decembrina hace algunas décadas atrás, llena de aromas y sonidos que aún perduran en el aire, pero preferimos evocar aquellos momentos antes que relacionarlos con el presente.

Hoy día vivimos entre colas, cornetas de vehículos, inseguridad, violencia, “política” y sectarismo, es difícil disfrutar de este tiempo como antes, aquellas misas de madrugada ahora se hacen de noche para evitar que roben al pobre gallo, desaparecieron las casas adornadas, ir a ver el pesebre la de la Sra. Érica de Salom fue la opción preferida de muchos durante años, nuestro hermoso puente con sus bombillos de colores encendidos siempre estaba en navidad, los estrenos y regalos se compraban de forma más relajada y alegre, no con el caos que hoy representa ir al Paseo Orinoco, no volvieron aquellos amaneceres con orquestas y gaitas, donde amigos con algún tiempo sin verse se reencontraban para escuchar la música típica de las celebraciones.

No se ahora, pero antes había como una especie de competencia sana a ver quien tenía la puerta o el arbolito mejor decorado, hasta una rama seca con algo de espuma y adornos servía para representarlo, el olor a la casa recién pintada se mezclaba con el de las hallacas, el pan de jamón, los dulces y el cochino, cocinar en familia o con los amigos era parte de la navidad, hoy muchos ya ni se llaman, están enojados o simplemente perdieron las ganas, atrás quedaron los aguinaldos que interpretaban los alumnos de los colegios que iban a las emisoras de radio, la más popular era Mundial Bolívar, muchos jóvenes hoy no saben que Alejandro Vargas quien yace en una tumba sucia y enmontada en el Cementerio Centurión, compuso “La Casta Paloma” y “La Barca de Oro” el maestro tenía razón, “ya fondeó la barca” y nuestra ciudad agoniza, ella no quiere morir pero la estamos matando con nuestra dejadez y vista gorda a  los problemas.

Los gobernantes creen que la navidad es dar un contrato para adornar una plaza, encender unas luces o un gran arbolito, deberíamos todos entender que para tener una verdadera navidad debemos prepararnos durante todo el año, reparar los botes agua, asfaltar e iluminar las calles y avenidas de todos los sectores de la ciudad, acabar con la inseguridad para entonces adornar como se debe y darle la bienvenida al Niño Jesús, esperemos que en un futuro no muy lejano, aquel amigo o familiar que había guardado su cuatro lo desempolve, vuelva por casa para que se coma una hallaca y parrandear con él hasta el alba, ojalá regresen aquellas  puertas abiertas de las casas de los vecinos de la cuadra, para ir a darles el abrazo de feliz navidad y feliz año.

Hemos perdido muchas cosas, pero podemos rescatar un poquito de ellas, cuéntele a sus hijos y nietos como eran sus navidades, háblele de las patinatas, de lo bonitas y sanas que eran, cántele su aguinaldo preferido, dele un abrazo, un beso, siémbrele el amor por su tierra y que luche por ella, Angostura, Ciudad Bolívar o como quiera llamarle, merece tener cada día del año una noche buena.